miércoles, 6 de noviembre de 2013

Les automates de Jaquet-Droz

Quien haya leído o visto La invención de Hugo Cabret sin duda recordará al autómata que Georges Méliès crea y que el protagonista se afana en reparar, desatando así la trama de la historia.

Los primeros autómatas, parece ser, datan de la prehistoria y se trataban básicamente de estatuas de dioses accionadas o bien hidráulicamente o bien por la mano de los sacerdotes.

Los autómatas de Jaquet-Droz
Sin embargo, la época de esplendor de estos curiosos ingenios tiene lugar en el siglo XVIII, cuando los avances en las técnicas de relojería hacen posible la creación de autómatas más complejos.

«La pianista»
Quizá, de los numerosos autómatas construidos durante el Siglo de las Luces, los más famosos y sofisticados fueron los de Pierre Jaquet-Droz (1721-1790), un relojero suizo que se dedicó a la fabricación de estos mecanismos para ayudar a su negocio a vender relojes y pájaros mecánicos, muy de moda en la época.

Sus tres autómatas más famosos –conocidos como «La pianista», «El dibujante» y «El escritor»- fueron construidos en la década de 1770 con la ayuda de su hijo Henri-Louis (1752-1791) y de Jean-Frédéric Leschot (1746-1824), y están considerados hoy en día como precursores de la computación y la robótica. En 1774 fueron presentados al público en La Chaux-de-Fonds, causando tal admiración y furor que en los años siguientes Jaquet-Droz recorrió con ellos numerosas cortes europeas y asiáticas.


«El dibujante»
«La pianista», que tiene forma de mujer, está construida con más de 2500 piezas y puede tocar cinco piezas musicales. Sus facciones son delicadas y sus manos articuladas imitan casi a la perfección los movimientos de una mano real. Al contrario que otros autómatas, cuya música está grabada en una suerte de caja musical, «la pianista» toca de verdad el órgano cuando sus dedos oprimen las teclas. Además, como una pianista humana, dirige la mirada hacia las teclas, mece el cuerpo mientras toca, mueve el pecho como si respirara e inclina la cabeza a modo de reverencia para saludar a la audiencia.



«El escritor»
«El dibujante», un autómata con forma de niño sentado en un pupitre, está compuesto por unas 2000 piezas y puede realizar cuatro dibujos diferentes: un retrato de Luis XV, una pareja real –presumiblemente Luis XVI y María Antonieta-, un perro con la frase Mon toutou (‘mi perro’) y a Cupido en un carro tirado por una mariposa. «El dibujante» está programado para realizar sus obras siguiendo los pasos del dibujo académico: esbozo, repaso de las líneas, sombreado y retoques finales. Además, al igual que «la pianista», imita el comportamiento de un ser humano mientras dibuja: mueve los ojos e incluso sopla sobre el papel para eliminar los restos de lápiz.


Detalle de la mano de «La pianista»
Sin embargo, el más complejo de los tres es «El escritor», que posee más de 6000 piezas. Gracias a una rueda integrada en su mecanismo interno que selecciona los caracteres uno a uno, este autómata puede escribir con su pluma oca textos de hasta cuarenta palabras aproximadamente. Quitando, reemplazando o reordenando las piezas «El escritor» puede escribir cualquier pequeño texto que se le programe. Además, al igual que sus “hermanos”, reproduce también el comportamiento humano: moja la pluma en la tinta, escurre el sobrante, la levanta con gesto pensativo antes de escribir y la sigue con la mirada mientras escribe o cuando la recarga en el tintero.



Sin duda, hay algo de misterioso, terrorífico y fascinante en los torpes y mecánicos movimientos de los autómatas del siglo XVIII.

4 comentarios:

  1. Al comenzar la lectura recorde el Papamoscas de la catedral de Burgos o a Juan Zancuda y Colasa en el reloj del ayuntamiento de Astorga, pero nada que que ver con estas maravillas. He visto parte del vídeo. Los mecanismos que tienen esos autómatas deberían causar la envidía de más de un ingeniero en robótica de los de la actualidad.
    Me alegro de verla por aquí después de tanto tiempo.
    Un saludo.

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  2. Podemos ver muchos de estos ingenios en catedrales y ayuntamientos, en España y en muchas ciudades de Europa y es curioso que casi todos las miremos embobados.
    Una entrada muy amena y original

    Saludos

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  3. Verdaderamente impresionante lo que podían hacer estos autómatas :o
    Una entrada muy interesante, bienvenida de vuelta y espero que estés mejor :)
    Besos

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  4. Me alegro mucho de leerte por aquí otra vez :) Muchas gracias por darnos a conocer la historia de los autómatas de Jaquet-Droz. Como bien dices, tienen algo de terrorifíco. ¡Yo no sé si pagaría por tener alguno en casa! Creo que preferiría invertir en otras cosas ;)

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